Neoplasia maligna, enfermedad maligna, malignidad, son apelativos que explican
por qué el cáncer es la enfermedad más
temida de la historia de la humanidad.
El cáncer tiene todas la
connotaciones negativas para
justificar su fama : es frecuente, no respeta edad ni sexo, sus síntomas son
severos e inocultables, asociándosele a
la idea de dolor y muerte ; su pronóstico es “reservado” , y termina dejando una catástrofe financiera
familiar. . El impacto emocional de su diagnóstico es tan severo que el paciente casi siempre
reacciona con negación e
incredulidad, y estupor que explica que
un alto porcentaje de estos pacientes no comprenda las explicaciones e
indicaciones de su médico; preocupaciones,
ansiedad y depresión seguirán en adelante como una sombra al enfermo de cáncer.
Para este ser humano ,vulnerable si los hay, el médico simboliza la
esperanza y anhela
que él
tenga las cualidades y actitudes
que se correspondan con sus deseos Para
saber lo que el paciente oncológico
espera de “su doctor” reproducimos las respuestas de los pacientes en una
encuesta que perseguía averiguar las preferencias de los pacientes con cáncer en
su relación con el médico y
con la que se despertaba una actitud de
esperanza en los pacientes .Las preferencias destacables fueron:
ü
Que sea realista acerca de mi probable futuro
ü
Que me conozca como indivíduo
ü
Que me dé oportunidad de hacer preguntas
ü
Que se asegure de darme personalmente los resultados
ü
Que verifique que he comprendido lo que me ha dicho
ü
Que me diga el pronóstico de mi caso a mí antes que a
nadie
ü
Que asegure el soporte emocional a mí y a mi familia
ü
Que me pregunte si desearía una segunda opinión
ü
Que escriba lo que me ha dicho
ü
Que le importen mis preocupaciones financieras
El doctor “David” que un día decidió usar sus armas
contra el Goliat invencible, aún sabiendo que perdería muchas de las vidas a su
cargo; que desafiando prejuicios buscaba la utopía de algún día
curar lo incurable, porque como decían los maestros no hay enfermedades
sino enfermos, por sobre todo siendo un profesional idóneo, adiestrado en la
especialidad, actualizado en sus conocimientos y motivado para brindar al paciente trato digno y humano, respetuoso y tolerante, esa
especie “doctor de la Esperanza” está amenazada de extinción
. La
fragmentación de la Oncología como consecuencia de la superespecialización, y la aplicación de las prácticas
empresariales en la administración del
cuidado de la salud, han alterado
profundamente roles y responsabilidades,
y hasta lealtades de los médicos ; el especialista, por la naturaleza misma de
su perfeccionamiento y dextresa , focaliza su atención en el área de su
competencia y considera accesorios
aspectos que para el paciente pueden ser cruciales. La figura del doctor, moralmente obligado a ser el
intermediario entre el paciente y su enfermedad, ha sido desdibujada por la
violenta intrusión de la oncología gerenciada, sistema en el cual debe prestar
atención a una cuota de pacientes que no son sus pacientes sino los
pacientes/clientes de la empresa,
dedicarles tiempos regulados y destinar
buena parte de estos a llenar formularios
y pedir a autorización para
exámenes y procedimientos.
Hay, pues, que rescatar al oncólogo y devolverlo al espacio-tiempo que necesita para que
conozca a su paciente como individuo y el paciente a él como profesional ; para que pueda explicarle en forma clara y
sencilla la naturaleza de su diagnóstico y los resultados de los exámenes
practicados ,y le pueda ofrecer los tratamientos más actualizados disponibles, además del soporte emocional para él y su
familia. Podrá nuestro milagrero sanador San Martín de Porres introducir rubros
“non-profit”, como la compasión, el humanismo, la solidaridad, en los
“guidelines” de la “oncología gerenciada” ?
(1)
Journal ofd Clinical Oncology, 3
:1278, 2005
¡Magnífico y valiente! Gracias, Andrés, por defender al oncólogo - al médico en genral - que ejerce por "vocación" y no por dinero.San Martín de Porres te oiga!
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