Pesa 20 gramos y solo sirve para producir los 3cc de líquido espermático de la eyaculación masculina, pero la próstata es el sitio del cáncer más frecuente de los varones en la tercera edad, y no por aquello de “por donde pecas pagas” sino como inevitable riesgo del envejecimiento. No es particularmente letal, sus promedios de sobrevida superan los 5 y 10 años, pero su morbilidad y la de sus tratamientos puede aguarle la fiesta de la vida a sus numerosas víctimas.
Su
causa es desconocida. Sólo sabemos que 30 por ciento de varones
entre 30 y 40 años de edad tiene focos microscópicos de cáncer en
su glándula prostática; y que este porcentaje aumenta a 65 entre
los 60 y 70 años. Pero no todas estas personas están en riesgo
de progresar a cáncer sintomático o cáncer clínico; solo una
pequeña minoría, uno de cada 75 casos, se convierte en cáncer
clínico, y la mayoría después de los 65 años de edad.
El
cáncer de la próstata es el cáncer de la tercera edad, y la
probabilidad de desarrollarlo aumenta con la edad. Antes de los 50
el riesgo es de 2.5 por ciento, incrementándose a 7 por ciento entre
los 60 y 70, y a 13.8 por ciento (uno de cada siete
personas) después de los 70. La probabilidad de desarrollar
cáncer de próstata de un varón, a lo largo de toda su vida, se
calcula ahora en 17 por ciento, lo que equivale a uno de cada 6
varones. Hay, por cierto, una población cuyo riesgo es mayor
que el promedio y son los parientes en primer grado de enfermos
de cáncer prostático
No
hay, pues, vuelta que darle, y a lo hecho, pecho: todo varón
que se respete debe programar la vigilancia periódica del
enemigo a partir de los sesenta y mejor de los cincuenta años de
edad, sin esperar a que aparezcan síntomas, porque el cáncer
sintomático es cáncer invasor con menos posibilidades de control.
Los expertos recomiendan que un DRE – el odioso examen
digital rectal- y prueba PSA - dosaje de antígeno prostático
especifico, sean ofrecidos a los varones de 50, con una apropiada
información de las limitaciones y los beneficios de tratar
activamente un cáncer de la próstata en las etapas tempranas
de la enfermedad.
El
cáncer de próstata presenta una amplia escala de
malignidad que va, desde la casi indolencia, hasta la agresividad
total
dependiendo de su tamaño, la extensión y el grado de malignidad
histológica. Este patrón de conducta del cáncer prostático tiene
que ser considerado a la hora de seleccionar el tratamiento: el
enfermo cuya edad y condición física le dan una expectativa de vida
limitada y que tiene cáncer de próstata de baja malignidad es
tributario de un manejo conservador que incluye la opción de sólo
observación y control hasta, y si es que, la enfermedad se vuelva
sintomática; los tratamientos curativos están indicados para
portadores de cáncer agresivo que tienen expectativa de vida larga.
La
medicina dispone de una amplísima gama de recursos
terapéuticos que van desde la cirugía robotizada y la
radioterapia estereotáctica con alta dosis de electrones, y la
braquiterapia con implantes radioactivos, hasta los
tratamientos paliativos y experimentales con anticuerpos
monoclonales, inhibidores de citoquinas e inmunoterapia, pasando por
la amplia gama de manipulaciones hormonales como la supresión
androgénica quirúrgica, los análogos de hormonas liberadoras de
gonadotrofinas, los antiandrógenos y la quimioterapia
citotóxica.