lunes, 20 de enero de 2014

Riesgo y Temor al Cáncer de la Mama


El miedo al cáncer es  atávico, universal  y comprensible; el temor de las mujeres  a tener cáncer de seno es tema cotidiano, y es útil en tanto las hace vigilantes de la salud de una glándula que ha devenido en bandera de la belleza y femineidad. Pero, en palabras de Ricardo Palma, aplicadas al miedo al cáncer, hay que tener, “ni tanto que queme al santo”, en forma de un obsesivo miedo enfermizo, “ni tan poco que no lo alumbre”, pasando al extremo irresponsable del descuido.

La mejor herramienta para no caer en los extremos, es el conocimiento del tamaño del riesgo  individual de desarrollar cáncer de mama de una mujer, porque si bien toda mujer tiene  alguna probabilidad de tener cáncer de seno en alguno de los tramos de su vida, no todas las mujeres  corren el mismo riesgo durante toda su vida. La probabilidad de tener cáncer de seno  es de 12 por ciento (1 de cada 8 mujeres en USA), y 5.5 por ciento (una de cada 18 mujeres) en el Perú; dicho en otras palabras las mujeres de Estados Unidos tienen el doble riesgo de tener cáncer de las mamas, que las mujeres de Perú.

El riesgo de presentar cáncer de seno toma fuerza a los 50 años de edad que es cuando 1 de cada 50 mujeres (2%) tendrá el  mal comparado con la proporción de 1 en 220 (0.45%) registrada para los 40 años de edad. A qué edad empezar con el examen y la mamografía anual ha sido la controversia del año entre la ACS (sociedad americana de cáncer) que recomienda  que la rutina anual  empiece a los 40 y  la “US Preventive  Services Task Force” que controversialmente  dictaminó  que  una mamografía  bi anual a partir de los 50 y solo hasta los 75 era suficiente. La mayoría de los especialistas se ha alineado con la ACS, pero lo mejor es que la  decisión sea individualizada  de acuerdo al riesgo personal determinado por el especialista.

El factor hereditario y el riesgo de cáncer de seno. Cuando Angelina supo que había heredado de su madre la mutación del gen BRCA y que por eso tenía 87 por ciento de posibilidades de desarrollar cáncer de seno en algún momento de su vida, y que tenía que controlarse con frecuencia para tratarlo apenas aparecieran  las evidencias, aplicó la radical estrategia de “muerto el perro muerta la rabia” y se hizo extirpar ambos senos. Este es el ejemplo extremo de carga genética en cáncer  de  mama, por lo demás muy  poco frecuente.

El “factor familiar” también pesa. Ser familiar en primer grado -madre, hija, hermana-  de una mujer  con cáncer mamario, duplica el  riesgo de tener la enfermedad, y más si la parienta tuvo el cáncer antes de los cuarenta años de edad, o si el cáncer fue bilateral. Para decirlo en números, si tu riesgo de cáncer mamario es de uno en quince por edad, tener una pariente en  primer grado con cáncer hace que la probabilidad  aumente a una en ocho. El doctor tendrá presente este hecho y ajustará los despistajes.

Otros factores cuentan. El Dr. Forman ha sido  enfático: “a mayor consumo de alcohol, mayor riesgo” y parece que no bromeaba. El factor “periodo vida hormonal”, o sea la duración del intervalo entre la menarquia, precoz o tardía, y la menopausia, precoz o tardía, también cuenta, así como el reposo hormonal de los embarazos. El  sobrepeso, el tabaco, y la vida sedentaria suman puntos negativos. Lo positivo es que de estos factores las damas sí se pueden librar con disciplina de vida, pero del  parentesco  no hay modo.

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