El miedo al cáncer es atávico,
universal y comprensible; el temor de las mujeres a tener cáncer de seno es tema
cotidiano, y es útil en tanto las hace vigilantes de la salud de una glándula
que ha devenido en bandera de la belleza y femineidad. Pero, en palabras de
Ricardo Palma, aplicadas al miedo al cáncer, hay que tener, “ni
tanto que queme al santo”, en forma de un obsesivo miedo enfermizo, “ni tan poco que no lo alumbre”, pasando al extremo irresponsable del
descuido.
La mejor herramienta para no caer en los extremos, es el conocimiento del tamaño del riesgo individual de desarrollar cáncer de mama de una mujer, porque si bien toda
mujer tiene alguna probabilidad de tener
cáncer de seno en alguno de los tramos de su vida, no todas las mujeres corren el
mismo riesgo durante toda su vida. La probabilidad de tener cáncer de
seno es de 12 por ciento (1 de cada 8
mujeres en USA), y 5.5 por ciento (una de cada 18 mujeres) en el Perú; dicho
en otras palabras las mujeres de Estados Unidos tienen el doble riesgo de tener
cáncer de las mamas, que las mujeres de Perú.
El riesgo de presentar cáncer de seno toma fuerza a los 50 años de edad que es cuando 1 de cada 50 mujeres (2%) tendrá
el mal comparado con la proporción de 1
en 220 (0.45%) registrada para los 40 años de edad. A qué
edad empezar con el examen y la mamografía anual ha sido la controversia del año entre la ACS (sociedad americana de cáncer) que
recomienda que la rutina anual empiece a los 40 y la “US Preventive Services Task Force” que controversialmente dictaminó
que una mamografía bi anual a partir de los 50 y solo hasta los
75 era suficiente. La mayoría de los
especialistas se ha alineado con la ACS, pero lo mejor es que la decisión sea individualizada de acuerdo al riesgo personal determinado por
el especialista.
El factor hereditario y el riesgo de cáncer de seno. Cuando Angelina supo que había
heredado de su madre la mutación del gen
BRCA y que por eso tenía 87 por ciento de posibilidades de desarrollar cáncer
de seno en algún momento de su vida, y que tenía que controlarse con frecuencia
para tratarlo apenas aparecieran las
evidencias, aplicó la radical estrategia de “muerto el perro muerta la rabia” y
se hizo extirpar ambos senos. Este es el ejemplo extremo de carga genética en
cáncer de mama, por lo demás muy poco frecuente.
El “factor familiar” también pesa. Ser familiar en primer grado -madre, hija, hermana- de una mujer
con cáncer mamario, duplica el
riesgo de tener la enfermedad, y más si la parienta tuvo el cáncer antes
de los cuarenta años de edad, o si el cáncer fue bilateral. Para decirlo en
números, si tu riesgo de cáncer mamario es de uno en quince por edad, tener una
pariente en primer grado con cáncer hace
que la probabilidad aumente a una en ocho. El doctor tendrá presente este hecho y ajustará los despistajes.
Otros factores cuentan. El Dr. Forman ha sido enfático: “a mayor consumo de alcohol, mayor riesgo” y parece que no bromeaba. El factor “periodo vida hormonal”, o sea la duración del intervalo entre la menarquia, precoz o tardía, y la menopausia, precoz o tardía, también cuenta, así
como el reposo hormonal de los embarazos.
El sobrepeso, el tabaco, y la
vida sedentaria suman puntos negativos. Lo positivo es que de
estos factores las damas sí se pueden librar con disciplina de vida, pero del parentesco no hay modo.
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