martes, 25 de febrero de 2014

Fumar es un placer… genial, sensual… y MORTAL


El título intenta describir la epidemia silenciosa y solapada que padece el mundo desde hace más de medio siglo. Hablamos de los mil millones de personas que fuman, 5 millones de las cuales mueren cada año por enfermedades producidas por el humo del tabaco, el cáncer de pulmón entre ellas.

El cáncer de pulmón, con 1.8 millones de casos nuevos por año, es la forma más frecuente de cáncer; es también la causa más frecuente de muerte por cáncer, con 1.6 millones de óbitos, lo que representa un altísimo 19.4 por ciento de los 8.2 millones de muertes por cáncer que ocurrieron en el año 2012.

Y –doloroso pero cierto– la ciencia médica no ha logrado controlarlo: la tecnología del diagnóstico, desde la simple radiografía hasta la sofisticada tomografía axial y la resonancia magnética, no han logrado el diagnóstico precoz de las lesiones pulmonares de las poblaciones de fumadores en riesgo, y la tasa de curaciones por cirugía, radioterapia y quimioterapia incluida la moderna y onerosa “terapia molecularno han modificado sus índices de mortalidad.

El cáncer de pulmón no es aún la forma más frecuente de cáncer en el Perú, aunque sí es una importante causa de muerte por esta enfermedad. Los 1,581 casos registrados en 2008 por Globocan ocupaban el octavo lugar en frecuencia y representaron el 4 por ciento del total de casos registrados de cáncer. Por el otro lado, 1,536 muertes por cáncer de pulmón constituyen el 6.3 por ciento de las muertes por cáncer del año 2008 en nuestro país. El cáncer pulmonar sí es una importante causa de muerte por cáncer.

El cigarrillo rubio, amigable y de elegante presentación, se convirtió rápidamente en el instrumento perfecto para llevar eficientemente nicotina a los pulmones y al cerebro; la industria invierte miles de millones de dólares en publicidad y recluta mil millones de fumadores en el mundo. Varias generaciones fueron seducidas por las imágenes glamorosas de los ídolos George Raft, Humphrey Bogart y John Wayne envueltas en el humo de un cigarrillo, aunque después ellos mismos hubieran muerto por cáncer de pulmón.



La epidemia había entrado en un periodo de incubación y 30 años más tarde empezarían los primeros síntomas de la más esquiva y mortal neoplasia del ser humano.

La guerra contra el tabaco tuvo primero que demostrar la relación causal tabaco/cáncer y luego imponer restricciones para fumar y para la promoción publicitaria del hábito. Después de una larga campaña, la industria se encuentra en retirada en los países del mundo desarrollado.

Sin embargo, la industria tabacalera se ha instalado en el tercer mundo, al amparo de leyes permisivas y de una población desprotegida. El 80 por ciento de los fumadores está ahora en Europa oriental, Asia, África, Oceanía y América Latina; en dos o tres décadas estos países tendrán que enfrentar un feroz aumento en el número de enfermos y muertos por cáncer de pulmón.

En el Informe sobre control del tabaco de la OPS, países como Chile, Brasil y Argentina tienen una prevalencia mayor de 30 por ciento del consumo de tabaco por los jóvenes, y el Perú no está muy lejos con 19.4%. Está comprobado que los jóvenes fumadores de hoy se convertirán en los empedernidos fumadores de mañana con altísima morbilidad y mortalidad. Este es el terreno en el que hay que darle la batalla al cáncer de pulmón.

El gasto en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades producidas por el tabaco es elevado por el alto costo de los procedimientos e insumos, y sus magros resultados no resisten un análisis de costo y beneficio. Una fría lógica matemática señala que invertir en la guerra al tabaco, con las armas de la informática, de la educación, las leyes y la jurisprudencia, y el amor a la nación, es la prioridad en el control del cáncer de pulmón.

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